Por medio de nuestros sentidos, podemos recordar momentos del pasado y evocar situaciones especiales que nos hicieron sentir muy felices.
El universo no distingue entre la vibración que ofrecemos como respuesta a lo que estamos viviendo y la vibración que ofrecemos como respuesta a lo que imaginamos o recordamos. Por esta razón, este ritual es una herramienta muy poderosa, para hacer que Mamá experimente conscientemente, una de las vibraciones más hermosas, poderosas y sanadoras, que es la vibración del vínculo eterno de Amor, que une a una madre con sus hijos.
Ritual Paso a Paso:
1. Busca un lugar tranquilo, donde puedas permanecer algunos minutos sin interrupciones.
2. Rocía suficiente cantidad de tu Bruma Áurica, para purificar el lugar y que el aroma permanezca durante este ejercicio.
3. Siéntante cómodamente y enciende tu velita.
4. Pon un poco del aceite en tus muñecas, sienes y nuca; ahora pon otro poco de aceite en tu mano izquierda, frota las dos manos, acércalas a tu cara e inhala 3 veces el aroma.
5. Toma tu llamador de ángeles y ponlo en tu palma izquierda. Puedes poner las dos palmas de tus manos mirando hacia arriba y cerrar tus ojos.
6. Concéntrate en tu respiración sin intentar cambiar nada. Respira profundamente 3 veces, inhalando y exhalando por la nariz. Siente como tu cuerpo se va relajando a medida que respiras.
7. Trae a tu mente la primera vez que tuviste a tu hijo/hija en tus brazos. Visualízate en ese preciso momento y trae esos mismos sentimientos a tu momento presente. Siente nuevamente ese infinito amor, el mismo que sentiste al ver por primera vez su carita, su cuerpo, sus manos, sus ojos. Abrázalo y dile cuánto lo amas. Quédate unos minutos haciendo este ejercicio y trae a tu mente todos los recuerdos amorosos que tienes con tus hijos.
8. Toma tu llamador de ángeles con la mano izquierda, agítalo y desde lo más profundo de tu corazón, da las gracias por este momento; por todo el amor que estás recibiendo, de esas personas que te aman.
9. Haz 3 respiraciones más, inhalando y exhalando por la nariz. Abre tus ojos, toma conciencia del entorno, agradece por tu meditación y estira tus músculos lentamente.
Ponte ahora tu amuleto y llévalo siempre contigo, o ubícalo en un lugar importante para ti. Siempre que lo veas, escuches su campanilla o huelas estos aromas, recuerda que la fuerza del amor incondicional es infinita y trasciende cualquier circunstancia, espacio y tiempo.